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Oficina A MEDIDA en un depto “chico” de Belgrano: Antes y Después del Home-Office.

Rorró y su marido querían remodelar todo su departamento, un tres ambientes en Belgrano.

El problema era que no tenían presupuesto para encarar el proyecto completo.

¿Problema? Eso no es problema, les dije. ¡Hagámoslo por partes!

Los ojos de Rorró se iluminaron, entendiendo que el departamento de sus sueños estaba más cerca de lo que creía

Lo primero que hice fue hacer una visita de evaluación —esto fue, antes de la pandemia; ahora lo hago por videollamada— para ver el potencial del lugar y conocer lo que necesitaban y querían sus habitantes.

Me encontré con un departamento muy agradable de 2 habitaciones. La segunda funcionaba como estudio, pero ellos estaban mandando mail a la cigüeña y en cualquier momento les respondía; así que había que pensar en otro lugar para trabajar. Ese era el gran desafío.

Al fondo de la cocina, había una dependencia de servicio que no usaban para ese fin; era más bien una habitación pequeña llena de trastes. 

¡Eureka! Mi ojo de arquitecta se activó y vio allí un sinfín de posibilidades que Rorró y su marido no habían siquiera imaginado.

“Pero ¿cómo, Clau?, si esta habitación es mínima y no tiene casi luz”, me preguntaron. 

“Déjenlo en mis manos”, les respondí.

Confiaron y se entusiasmaron tanto con la idea, que mudaron inmediatamente la computadora a ese sector para ir liberando la habitación que sería el 2do dormitorio.

Al estudiar el plano, corroboré mi primera intuición del verdadero potencial que tenía ese espacio.

Descubrí que podía cerrar el paso de la cocina hacia la dependencia de servicio y abrir una puerta en la pared que daba hacia el pasillo de los dormitorios principales. De esta forma, el ambiente no quedaba aislado del resto de la casa y no había que pasar por la cocina para llegar allí.

Pusimos una puerta de vidrio y, además, construí una ventana en esa pared para conectar visualmente con el pasillo y dar mayor sensación de amplitud, sin resignar la privacidad necesaria para trabajar.

Lo demás fue conocer sus gustos y necesidades para armar y decorar el espacio con todo lo que necesitaran. 

Diseñé un escritorio a la medida exacta de cómo querían utilizarlo; agregué una biblioteca baja para tener espacio de guardado sin contaminar visualmente, decoré en blanco y, para tapar el piso de cerámica, coloqué una carpeta de yute que, además, mejoró la acústica y le dio un toque de calidez, junto con las cortinas americanas de madera. 

Para mejorar la iluminación, puse unos estantes de apoyo con luces debajo, dirigidas directamente hacia los planos de trabajo. 

La primera etapa de remodelación y decoración del departamento de Rorró marcó un antes y después en la vida y la dinámica de la pareja dentro de su hogar. Comenzaron a vivir su casa de otra manera y esto permitió que encararan las demás etapas del proyecto con mucho más entusiasmo.